lunes, 27 de abril de 2015

NO SOMOS NADA



















Y aquí estamos de nuevo, como siempre, al medio de todo cuando está quedando la zorra. Ahora es Calbuco, explotó el volcán y quedó la cagá, casi 70.000 evacuados, la ONEMI le pone alerta roja y en cualquier minuto esa wea se convierte en Río de Janeiro en pleno año nuevo. ¿No querían fiesta? Toma. La presidenta sube al avión de la fuerza aérea con su mochilita al hombro, sola, así como resignada, como si se preguntara ¿Y ahora qué chucha, por qué no explotan todos los volcanes al mismo tiempo o empieza el gran terremoto grado 10 que termine con toda esta wea? Que empiece el rock’n roll, total, estamos acostumbradísimos. Nada puede ser a medias tintas, sólo nosotros, como cultura penca que somos. Para todo el resto, use Mastercard, porque toda la wea es en extremo, sin puntos medios, si queda la cagá, es siempre la mansa cagá.


Acaban de estrenar también recién en el cine la película de Karadima, el cura que se tiraba a todos los pendejos. Salían todos del confesionario con el ojete como la bandera de Japón, y el weón tan ancho. A ver ahora qué wea dice la Iglesia, que la gente quiere puro entrar a las capillas a agarrar a esos weones y prenderles fuego en la Plaza de Armas. Se pasaron. Los weones sudan frío. Lo mismo con eso del celibato se rayan y se vuelven enfermos de calientes, porque qué mal matarse a pajas toda una vida… valor. Ojalá y la peli se gane todos los premios, el Oscar, el Goya, y cuanta wea exista, a ver si nos sube un poco el amor propio que ya lo tenemos por el suelo. Encima se acerca el invierno y la ciudad cambia. El cielo es gris, no se puede respirar de la contaminación, el frío es tal que faltan los puros osos polares weviando en la calle, si total, estamos en el culo del mundo, con la Antártica un poco más abajo no más, y se acabó la wea, no hay nada más, se acabó la tierra. Todos con cara de pico, todos vestidos de negro y de gris, debajo de paragüas con la lluvia que parecen piedrazos y… espérense nomás, una semana entera lloviendo sin parar y va a quedar, como cada año desde que tengo uso de razón, la mansa cagá. ¡Qué va! Tres horitas lloviendo fuerte y ya va a estar la zorra, con autos flotando debajo de puentes, las viejas cruzando veredas en carritos y olor a cartón y perro mojado por todas partes. Qué asco, de verdad. Y vuelta a la ONEMI, porque alguna cagada grande va a quedar, y no lo digo por ser pesimista, sino por ser totalmente consciente de que todos los sistemas para evitar esta clase de problemas, están hechos como el pico, como buenos sudacas que somos. Todo pésimo. Y a la mañana siguiente seguro ahí estará la Tonta, perdón, la Tonka, hablando puras weas y haciendo contacto con los móviles con puras viejas llorando por la tragedia y el drama de perder su casa, se la llevó el río porque se salió y dejó la zorra y se llevó toda la wea… si es que parece que estuviera todo hecho a propósito, porque es siempre la misma historia, hasta las caras de las viejas, parecen todas iguales. Y vamos yendo a dejar comida y agua al Hogar de Cristo o afuera del canal de TV para los del norte, los del sur, los de acá y también los del más allá. ¿Qué horror, no le parece? Atroz. ¿Y los empresarios? Ningún weón los vio. Siempre desaparecen esos cabrones como por arte de magia. Seguro que están en alguna playa caribeña remota piña colada en mano mientras aquí los perros callejeros sin pelo surfean Alameda abajo arriba del latón.


¿Y la plata? Se la roban, obviamente. CORRUPCIÓN. ¿Le suena? Por aquí no sonaba mucho, como que nos parecía rara. Era normal en Brasil, en Argentina, en Paraguay, en el resto del continente, o en África, pero aquí no. Las pelotas. Son igual o más ladrones que los otros weones. El hijo de la presidenta, guatón culiado ladrón. Y los de Soquimich, y los de Penta… weones ladrones. Habría que encerrar a todos esos sinvergüenzas de por vida, una wea ejemplar, pero siguen sueltos, y eso da la sensación a todos nosotros que no existe la equidad, de que el weón con billete hace la wea que quiere y sale tan ancho. ¿Y por qué las autoridades no encierran ni los castigan ejemplarmente? Porque están comprados, o con favores, o con plata, o con amenazas. ¿Y sabe Usted cómo se llama eso? Esa wea se llama CORRUPCIÓN, a secas.  Llana y limpia corrupción. Y después desde la UDI al PS se preguntan con cara de giles por qué existe una falta de credibilidad tan grande hacia las instituciones y la política… weones cara de raja.



Hoy se publicó un artículo en el diario español EL PAÍS sobre Chile de John Carlin. En una parte habla del Costanera Center. Escribe “Como símbolo de la desigualdad, de los abusos del poder, de las expectativas frustradas y demás malestares que afligen al mundo occidental la Gran Torre Santiago, el edificio más alto de América Latina, funciona bien. Monumento al amor propio no solo del segundo hombre más rico de Chile, sino de todo un país, se empezó a construir en 2006 sin los permisos adecuados y la obra se paralizó durante dos años tras la crisis económica de 2008, dejando a 5.000 trabajadores en el paro. Se completó por fin en 2012 y desde entonces los 60 pisos del gran tótem de cristal, más agresivamente visible que la Cordillera de los Andes desde las llanas avenidas de la capital, permanecen vacíos. Para los chilenos, o al menos los de la clase media para arriba, la torre ejemplifica el hueco que ha reemplazado sus sueños de próspera modernidad. Se habían deleitado durante años con la noción de que eran moralmente superiores al resto de los latinoamericanos. Les gustaba llamarse “los ingleses del continente” y compararse favorablemente con los caóticos vecinos argentinos. Se jactaban del “milagro chileno”, de un crecimiento económico espectacular desde la caída de Augusto Pinochet en 1990. Hoy la Gran Torre les sirve como reproche a un exceso de esperanza y vanidad. Reina la decepción, la desconfianza en el sistema político, la indignación con los ricos. La sensación que uno tiene mientras conversa en Santiago con académicos, periodistas y analistas profesionales varios es como cuando conversa con gente en Europa, de ilusiones perdidas. “Esperábamos más”, repiten. En Chile, como en tantos otros países, reina la indecisión; nadie tiene la poción mágica. Vivimos una época en la que somos más conscientes que anteriores generaciones de la falibilidad humana, hay menos optimismo y los vendedores de esperanza cuando llegan a gobernar acaban convirtiéndose en Hamlet, y encuentran que viven en una torre de cristal.” Y es tan cierto, como ir caminando por Provi y ver ese falo inmenso, horrendo, y tratar de sacarse las ganas de prenderle fuego a esa wea, entera. Así estamos. Ojalá y hagan erupción luego los volcanes, todos de una vez y nos vayamos todos a la chucha, por pencas, total… No somos nada.


Por Magdalena Goyenechea


domingo, 12 de abril de 2015

CHILE MI PAÍS


















Hola, soy Magdalena Goyenechea, soy chilena, mujer, tengo 30 años de edad, 1.75 centímetros de estatura, 60 kilos de peso, rubia, ojos azules, dicen mis ex novios y los babosos en la calle que muy guapa, profesional y ex ejecutiva gerencial de una empresa, también chilena y enorme. Ex porque me acaban de despedir de la pega por mandar a la mierda al Gerente General, un subnormal típico chileno y encima caliente. Este es mi nuevo blog “Chile mi país”, y digo “mi” dos veces porque eso es, mío. Tengo un novio nuevo que dice que esto de tener un blog y opinar sobre el acontecer nacional es una auténtica locura, fuera de toda lógica. Que con qué necesidad y que me van a mirar feo por esto de andar escribiendo cosas entre nuestros amigos, familia y sobre todo conocidos. Estoy que le pego la patada en la raja por weón, lo tengo entre ceja y ceja. Igual lo mantengo por un rato para ver qué onda, a lo mejor lo logro domesticar. Mi ex me pateó hace poco y yo no cachaba nada, era el mejor, como un príncipe. Hace poco lo supe. Se la comía entera. Maricón, y no lo digo porque sea gay. Amo a los gays, se tienen que casar y adoptar porque son lo mejor de lo mejor, pero a ese otro weón lo castraría por cobarde, por no salir del armario cuando lo sabía y ser feliz y de paso no hacerme perder tiempo y cagarme toda la adolescencia. Un pobre weón, no lo quiero ver ni pintado al óleo. Así que por el momento, al nuevo lo mantengo y cuando empiece con sus tonteras no lo pesco. Carpe Diem.


Quiero escribir y contar lo que pasa y lo que siento sobre mi país, Chile. Dicen afuera que somos algo como la “Suiza de Latinoamérica” pero en realidad somos más chantas que la cresta, estoy convencida. Dentro está la cagada y nadie cree en nadie, una desconfianza total. Nuestros recursos se los roban sin pagar royalties (una fortuna) mientras los padres se ponen una soga al cuello y la tiran por encima de la viga para poder pagarle una carrera a sus hijos… pasamos por una crisis de credibilidad en las instituciones horrible, los políticos son una manga de roteques que dudo que en su vida hayan leído un libro o entrado a un Museo. El sector público es una vergüenza. El otro día perdí toda una mañana sólo para informarme cómo postular a un subsidio habitacional en el Serviu y después HORAS en abrir una libreta de ahorro para la vivienda en el Banco del Estado. Dos días después, gasté otra mañana entera para afiliarme a Fonasa (porque no le pago un peso más de mi bolsillo a una Isapre). En la Alemana te atienden altiro y regio, y te cobran 500 lucas por un par de exámenes, 7 lucas en el estacionamiento y si te operas, ojalá tengas al menos un depa del subsidio para entregárselas completa con la cuenta ¿Y la Isapre? ¡Matanga dijo la changa! No po, no soy hija de Onassis. Que se vayan a la chucha. Las AFP juegan con la plata de todos los cotizantes como en el casino en Las Vegas, y si pierden, cagaste también como en la guerra. Te la meten hasta atrás por todas partes, y pues mira no. No cacho por qué nos cuesta tanto trabajo ser profesionales y lucrar con responsabilidad, de verdad. El billete, supongo. Super Chicago Boy todo, rasca.


Antes era de derechas. Mi familia y mis compañeras de colegio me tenían lobotomizada. Después me fui a vivir a París un año por la universidad y me volví de izquierdas, tienen mucha clase los weones y una cabeza gigante. Pero al final tampoco. Ningún país en la actualidad puede ser de izquierdas funcionando según las normas neoliberales y de consumo del capitalismo, ni siquiera China o Rusia que se dicen tan comunistas. Andá. Me quedo al medio, como los escandinavos, que creen que un país puede ser gobernado por izquierdas o derechas, eso da lo mismo, el tema es que hagan bien su trabajo, y si no lo hacen, es la gente que los vota la que los raja, y a la cárcel si se robó algo y se acabó la wea. Creo que Chile puede serlo en su medida, y porque lo amo. ¿Qué París ni qué Nueva York comparado con nuestra Patagonia? Mándenlas a la cresta y vénganse para acá y tómense un vinito y su parrillada loca y su escapada a la Laguna San Rafael con salmón y vino blanco, y luego ándate al San Pedro para correr en pelotas por el desierto florido kilómetros y kilómetros gritando a todo chancho alguna wea. Disfruta Chile, ¡es el fin del mundo!


Y después, quiero escribir para entender yo misma lo que somos, cuál es nuestra cultura y nuestra propia idiosincrasia. Porque somos puro Rock’n’Roll. Primero nos comimos una dictadura horrible. Tantos muertos, tanto miedo, tanto odio, tanto loco… una barbaridad. En París caché que había un montón de exiliados fuera que nunca habían vuelto, o venían muy de vez en cuando. Como que siguen creyendo que vivimos en ese tiempo, se quedaron pegados, y ya la cosa no es así, aunque los más extremistas de las dos partes sigan dándole a la manivela con un mono vestido de turco en el hombro. No han vivido las marchas estudiantiles que nos cambió el switch a todos. Como que todos, en un instante, perdimos el miedo. Todo el mundo cachó que se los estaban metiendo a todo ritmo y pusieron un stop, y empezaron a saltar todos los choreos, y casos Penta y universidades y pago de campañas y quedó la cagada. Está la cagada.  Han sido todos muy rascas. Un terremoto nos azotó con toda su furia, gritó la tierra, todos agarrándose de los árboles para no irse a la cresta y después viene la ola gigante y se lleva toda la wea. Osea, quedó la zorra. E igual nos paramos. Y porque pese a todo, somos solidarios. Lo de la Teletón nadie en ninguna parte se la puede creer y ahí vuelven a estar cada año los tarados de la tele bailando y haciendo weas. Igual ya es una lata, y el Festival de Viña weón… valor. Yenderlin o algo así lanzándose en pelotas a la piscina del O’Higgins con canción propia y todo… nadie puede weón. Y es también porque somos enfermos de picantes. El Museo de Bellas Artes y el MAC del Parque Forestal se están cayendo a pedazos porque nadie entra a la wea, nadie va. Pero el Costanera Center, el pico más grande del país (es horrendo, francamente), lleno. También están ahora todos hipster, qué les pasa. Igual son buena onda, pero como mussshhho. Y es eso igual porque la gente está súper triste y eso hay que cambiarlo, ya. Que seamos alegres y nos riamos de toda esta wea, porque con cultura y la pega bien hecha, no nos gana ni Dubai. Queda todo por hacer. Pero con cultura, y les prometo que haremos desaparecer a Patys Maldonados, Quenitas Larraín, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, de la televisión. Nadie puede weón, nadie puede. Escóndete detrás de la palmera. Sólo que viva la Pituca sin lucas y el Goyo! Créeme, Fatmagul no tiene la culpa, mujer ociosa. No podís.


Yo, mujer, sea del pensamiento que sea, no quiero abrir el Mercurio y encontrarme ver a los weones en páginas y páginas de vida social ¡¿Qué es eso?! Como el “Hola!”, super farandulero, lo de la Chellew o la hija de la Stagno portadas del Hola! Como que no, no da. o a senadoras en la portada de la Caras disfrazadas de Gatúbela. Osea galla, ¿qué te pasa?, ¿Quieres trabajar en el Parlamento de la República o en el Passapoga?” Es una forma muy picante de conseguir audiencias y votantes, nos dejan, a las mujeres, a todas, como las weas. Como que no cachan. Yo no voy a votar por esa weona para que después llegue a la Cámara vestida de tigre! Ni cagando, sorry. La Matthei cómo gritaba como una loca y pensando que los otros eran sus gomas. Creo que hasta a alguien por ahí le llegó un aletazo… La mina es fuerte, yo no quiero estar cerca de una galla así. Valor. Por último Bachelet, que tampoco me gusta mucho, sabe comportarse. Al menos tenemos una presidenta que fue Directora de la Organización de Naciones Unidas y sabe perfectamente el protocolo de las Relaciones Internacionales y también internas. Porque tener a la Kirchner… no sé si tanto. Nos está representando a todos al fin y al cabo. Y porque nosotros somos sobrios. Nos vestimos de forma sobria… bueno, casi todos se visten como las weas, pero sobrios, sin llamar mucho la atención. Aunque tampoco quizás eso sea bueno, debería haber más color, ¿no? Una vez andaba en la Plaza Italia y se ve que en la noche llegó un tipo y lanzó tarros de pintura de todos colores abiertos y quedó la cagada, y por supuesto, los autos corrieron los colores por toda la calle. ¡La wea se veía preciosa! Cruzabas la avenida con luz verde sobre un cielo de colores, como arriba de un arcoíris. A la gente le cambiaba la cara, se ponían contentos. Ahí caché que lo que nuestro país necesitaba era más alegría, más cariño, terminar con tantas diferencias y dolores y caminar todos, en la medida de nuestras posibilidades, sobre eso, un arcoíris de colores. Hay un país cercano a la India, muy pequeño y pobre, que tiene un Ministerio de la Alegría, que vela para el mantenimiento de la alegría en sus ciudadanos, y se ve que no quieren irse de ahí, ¿Qué tal?  Soñar no cuesta nada, y es gratis. No espero que me lea mucha gente, pero si así es, pucha que buena onda, pero en la tele no me verán jamás, por propia salud mental. No estoy ni ahí. Acompañémonos y riámonos de este circo, que las carcajadas siempre son buenas, y en nuestro humor real, negro y sin filtro. Seamos chilenos, for ever. Qué tanta wea.


Por Magdalena Goyenechea